Occulture. Alan Moore al otro lado del velo
Un extracto de mi futuro libro con ilustraciones de Manu Gutiérrez. Ediciones Marmotilla, 2024
Ilustración de Manu Gutiérrez
Ya a la venta, aquí:
https://lamarmotilla.com/producto/occulture-alan-moore-al-otro-lado-del-velo/
Resulta que Manu Gutiérrez y acabamos de ver hecho realidad un proyecto que tenemos entre manos desde hace tiempo gracias a Ediciones Marmotilla. Se trata de un libro sobre Alan Moore con cubierta e ilustraciones interiores de Manu. Y como estamos muy ilusionados y el responsable del texto del libro soy yo, nos hemos dicho: bueno, pues aprovechamos y doy inicio a esta newsletter con unas páginas de muestra del libro, que, por cierto, forman parte de su capítulo introductorio, para que podáis haceros una idea de cuáles serán sus contenidos.
Allá vamos.
Alan Moore y la “ocultura”
Fig. 1 – Jenkins, Mitch y Moore, Alan (2020) The Show, Northampton, Children of the Storm.
Alan Moore nunca ha sido solo un guionista de cómics. Su interés por la magia y por lo oculto, por la historia y por el urbanismo, por los espíritus y por el Más Allá, por la palabra y por el símbolo, ha quedado expuesto de manera, si cabe, aún más clara que en sus cómics, dentro de sus cuentos cortos, en sus novelas, en sus canciones, en sus performances, en sus entrevistas, en sus apariciones televisivas y en sus películas. No en las adaptaciones de V de Vendetta ni en Watchmen, claro está. Sino en las películas que él mismo hace con el director Mitch Jenkins (fig. 1). Aunque tal vez sea en Jerusalén (2016), una novela con una friolera de seiscientas mil palabras, donde más claramente haya expuesto cómo están conectadas todas esas ideas sobre el mundo y sobre la imaginación humana que, a lo largo de los años, Moore ha ido desgranando aquí y allá a lo largo de su obra. Jerusalén es, en cierto modo, un intento por su parte, y un intento bastante juguetón tal vez, de proponer una Teoría Unificada de lo Paranormal, a lo John Keel.
Lo que hace de él un personaje especialmente interesante cuando se le compara con otros grandes nombres de la magia es que, cuando leemos a autores tan importantes como Aleister Crowley o Kenneth Grant, siempre tenemos que dar un salto de fe y creer ciegamente en lo que nos cuentan. Cuando Crowley dice haber sido desmembrado por el demonio Choronzon, guardián del abismo, en medio del desierto argelino [1], no nos queda más remedio que aceptar su palabra. Cuando Kenneth Grant afirma haber obtenido el poder de la clarividencia por medio de un ente sobrenatural [2], ¿quiénes somos nosotros para decir que miente? Además, llevarles la contraria sería demasiado aburrido. Para eso es mejor no leer sobre magia nunca más. El problema con la magia es que, con ella, pasa lo mismo que con el misticismo. No hay forma de probar que las experiencias interiores que uno dice haber tenido se hayan producido realmente. Suponiendo que todo el mundo sea sincero, y eso es mucho suponer, ¿dónde acaba el auto-engaño y dónde empieza la experiencia subjetiva genuina? Creemos saber lo que es el amor, pero ¿cómo diferenciar cuándo alguien ha estado en unión con el cosmos y cuándo ha creído estarlo solamente? Alan Moore es uno de los pocos autoproclamados magos o místicos cuya obra no plantea ese problema. De hecho, poco importa si la mayoría de sus conversaciones con Glycon o Asmodeo son fruto de sustancias psicodélicas, como él mismo ha confesado en más de una ocasión. Y si no importa es porque él ofrece otro tipo de pruebas o resultados de sus experiencias en el plano simbólico.
Es posible que los métodos de Crowley no necesiten reivindicación alguna. Están expuestos de forma clara y hermosa en “manuales” como Magick in Theory and Practice (1929) o el Liber 777 (1909). Pero ¿y los resultados? De sus visiones solo tenemos su palabra y alguna pieza ocasional de gran maestría artística como El Libro de la Ley (1904). ¿Y qué hay de los magos y místicos que ni siquiera tienen la calidad literaria de Crowley? Una revelación solo se demuestra revelando: es decir, plasmándola de algún modo sobre el papel, sobre el lienzo, sobre el celuloide, sobre lo que sea. Al contrario que la gran mayoría de místicos o magos auto-proclamados, Moore pertenece a una categoría muy específica formada por quienes han logrado, de manera continuada, dar cuerpo material a lo que muchos considerarían meras quimeras mentales. De plasmar sus revelaciones en una forma comprensible para el gran público.
A este club tan selecto ha pertenecido gente como Austin Osman Spare, Kenneth Anger o William Blake. Porque una cosa es que un conocido nos diga: “ayer por la noche, un hombre-lagarto me persiguió por las escaleras cuando bajé a la cocina para hacerme un té” y otra muy distinta que nos lo pinte Blake. Ante palabras como las anteriores podemos pensar lo que queramos: que quien las dice está loco o, simplemente, que ha tenido una mala noche. Pero ¡ay, amigo!, ¿qué es lo que pasa cuando, dándose exactamente la misma circunstancia, alguien decide conjurar esa visión y plasmarla en un lienzo como lo hizo Blake cuando pintó el llamado Fantasma de una pulga (1819, fig. 2)? De repente, deja de importar si la visión fue provocada por un ataque de locura, por una noche de borrachera o por cualquier otro motivo. El artista, con su obra, consigue transmitir al espectador la experiencia mental de haber visto con sus ojos algo de otro mundo. Ha conseguido, en cierto modo, hacerle pasar por una experiencia análoga a la suya.
―Entendiendo el arte como magia ―dice Moore―, concibiendo la pluma o el pincel como vara, le estamos devolviendo al mago o a la maga los poderes chamánicos y la importancia social que tenía en sus orígenes, le estamos devolviendo al ocultismo tanto su producto como su propósito [3].
Moore es alguien que se queja continuamente de la “vacuidad enorme e inflada” [4] del arte contemporáneo, no importa si se pone a hablar sobre los animales disecados dentro de vitrinas que hace Damien Hirst, o por la banalización a la que J. K. Rowling ha sometido a la literatura infantil.
Fig. 2 - Blake, William (1819) El fantasma de una pulga, Londres, Tate Britain
―William Blake podría sacar un Apocalipsis muy superior del culo carmesí de su Dragón rojo sin pensarlo ni un instante ―dice refunfuñando a quien quiera preguntarle por su opinión acerca de este tipo de arte con tufo corporativo o publicitario.
Lo mismo opina sobre las películas de superhéroes o las escobas andantes de Disney [5]. ¿Dónde está la revelación? ¿Dónde la magia? Hay quien define esta última como una operación cuyo fin es provocar cambios en el mundo a través del uso de la palabra o el signo. Si la magia es esto, entonces la obra de Moore está llena de ejemplos que pueden ilustrar de manera patente estos cambios. Para muestra: marzo de 2011. Él mismo llegó a decir que nunca se había sentido tan orgulloso como cuando vio en el televisor a un montón de gente cubriendo su rostro con la máscara de V de Vendetta en la ocupada Puerta del Sol de Madrid. Era algo que nunca se había esperado. Poco más de un año más tarde, él mismo estaba caminando junto a los manifestantes de su país. En Londres, muchos llevaban la misma máscara.
Si la talla de un mago hay que medirla por sus obras y no por sus palabras, entonces Alan Moore es uno de los más importantes del siglo XXI. En realidad, el uso que Anonymous ha hecho de la careta de Guy Fawkes es anecdótico; y pese a la ilusión que le hace a Moore, más debido a la película que a su cómic. Como ideas que adquieren una existencia material, son mucho más relevantes las visiones del Apocalipsis a las que Moore y los dibujantes Eddie Campbell y J. H. Williams III han dado cuerpo en From Hell y Promethea como si estuvieran pintando un posado del fantasma de Blake. Pero los esfuerzos de Alan Moore por explorar la conciencia humana no solo han dado como fruto obras artísticas tan relevantes como las mencionadas, además han producido un sistema filosófico que Moore ha ido exponiendo de forma fragmentaria en entrevistas, artículos, documentales y en algunos de los párrafos más reveladores de su prosa.
El objetivo de Occulture. Alan Moore: Al otro lado del velo es presentar dicho sistema de una forma espero que coherente. Si ya eres aficionad a la obra de Moore, queridas lectoras y lectores, tal vez puedas encontrar en las páginas de este libro (que publicará en 2024 Ediciones Marmotilla) un cierto anclaje en lo real para algunas de las ideas más abstrusas que el bardo de Northampton ha estado manejando desde principios de los noventa. En especial, aquellas que tienen que ver con la “ocultura”, término con el que se designa ese género fluido o cajón desastre en el que podemos meter “la magia y la alquimia, la brujería y el satanismo, los viajes astrales y los trances lisérgicos, el espiritismo y la espiritualidad, las sociedades secretas y los masones, la ufología y la astrología, los sueños y sus interpretaciones” [6]. Por supuesto, Alan Moore ha usado todos estos temas como metáfora de cosas mucho más apegadas a la realidad cotidiana. En From Hell, la masonería y lo ritual son una excusa para hablar sobre cómo las sociedades heteropatriarcales subyugan a la mujer, incluso cuando una de ellas, como la Reina Victoria, gobierna una sociedad. En Promethea, la magia y la iluminación son procesos análogos al de la creación artística, y quien no crea en ellos por lo menos puede entenderlos como mecanismos imaginativos. En Providence, las monstruosidades telúricas de Lovecraft nos hablan del mundo de los sueños y del papel que estos tienen en nuestra existencia. No hace falta invocar a Yog-Sothoth o a Cthulhu para entender las verdades que encierran nuestras experiencias oníricas.
Sí, todas estas cosas son solo símbolos. La magia, los demonios, los espíritus de los muertos. Imágenes que inventa nuestra mente para hacernos entender la realidad. Pero Alan Moore también se las toma muy en serio. De forma mucho más literal de lo que en un principio pueda parecer. Por eso, en Occulture, he intentado profundizar en aquellas áreas de la “ocultura” que son más relevantes en su obra para ver en qué consisten, cómo se fundamentan en la realidad (si es que lo están) y, sobre todo, cómo están relacionadas las unas con las otras. ¿Qué tienen que ver los fantasmas de Jerusalén con las drogas psicodélicas? ¿Y la magia con Cthulhu? ¿Es la psicogeografía un estado alterado de conciencia?
Para responder estas preguntas, iremos saltando de un lado a otro, como quien juega a la rayuela o estudia la Cábala: desde lo más cercano a la tierra, hasta lo más abstracto y alejado del lenguaje. En el primer capítulo, abordaré precisamente la psicogeografía, la más material de las disciplinqas que se trataré en el libro. Ésta es de especial importancia para entender From Hell, así como sus monólogos performativos, y sus principales obras en prosa: Unearthing y Jerusalén. ¿Es la psicogeografía una ciencia? ¿Cómo hemos de tomar aquello que se decía en From Hell de que la historia de Londres “está firmada en sangre, seca desde hace mucho tiempo... Y grabada en la piedra” [7]? ¿Qué puede enseñarnos From Hell acerca del funcionamiento de nuestras propias percepciones espaciales?
En realidad, nos enseña lo mismo que las drogas psicodélicas. En el segundo capítulo, estas sustancias serán las protagonistas. ¿Cuál es el papel que el LSD ha jugado en la vida de Alan Moore? ¿Aparte de costarle que le expulsaran del instituto, pueden las drogas psicodélicas deparar algo de provecho? Y sobre todo, ¿qué relación hay entre psicodelia y magia? Alan Moore no se ha ganado su fama de aficionado a los tripis y porrero solo por sus pintas. El mismísimo Iain Sinclair, que le acompañó en su primer paseo para localizar in situ el famoso pentagrama de Londres del tercer capítulo de From Hell, dice que no dejó de fumar marihuana ni un solo momento mientras recorrían Whitechapel y sus aledaños [8]. Pero vamos a tener que alejarnos de los enfoques más trillados sobre los artistas y sus drogas. La psicodelia y los efluvios cannábicos son algo más que colores bonitos y flotar sobre una nube. ¿Es posible que, más allá de los tópicos, sus efectos puedan ayudarnos a entender la conciencia humana y la naturaleza de la realidad en que vivimos?
En el tercer capítulo examinaré la relación que existe entre la psicodelia y la magia. Una relación que, en realidad, se remota a tiempos ancestrales. También veremos hasta qué punto podemos tomar literalmente las pretensiones tiene la magia de cambiar la realidad con el uso de la imaginación, el símbolo y la palabra. ¿En qué sentido es Alan Moore un mago? ¿Vuela sobre una escoba, invoca demonios, habla con dioses? Y en el caso de que sea así, ¿qué significa hablar con un dios o invocar demonios? Puesto que la magia ocupa un lugar central en la obra de Moore, esta sección del libro será la más extensa. Además, no todo el mundo entiende la magia de la misma manera. ¿Qué diferencias hay entre las teorías de Moore y las de Aleister Crowley o Austin Osman Spare? ¿Son tan originales como parecen las ideas de Moore? ¿Hasta qué punto Crowley hace sombra sobre el mago de Northampton? ¿Por qué la magia, o la makgia contemporánea, parecen hablarnos de ideas que circulaban ya desde la Antigüedad por boca de místicos y gnósticos? ¿Por qué desde la física cuántica se formulan ideas que, cuando podemos entenderlas, se parecen tanto a los postulados de la magia?
El cuarto capítulo está dedicado al mundo de los espíritus y al Más Allá, un tema que ha hecho irrupción de forma muy potente en el pensamiento de Moore durante los últimos años. En él abordaré algunas de las ideas que Moore desarrolla en el que quizá sea su trabajo más ambicioso, Jerusalén. Habrá que tirar del hilo para entender qué tiene que ver la psicodelia con las creencias paranormales, y si tanto una cosa como la otra no estarán fundamentadas en el hecho de que, posiblemente, el tiempo no es exactamente lo que creemos. El Eternalismo es una corriente filosófica acerca de la naturaleza del tiempo con la que Moore se ha identificado recientemente. ¿Se trata de una fantasía cuyo fin es ayudar al ser humano a superar su miedo a la mortalidad? ¿O es realmente posible vivir una y otra vez la misma vida en un universo donde nunca cambia nada y el libre albedrío no existe, como pretende Alan Moore?
Para acabar, he dedicado un quinto y último capítulo al mundo de los sueños y a la expresión de lo inexpresable, temas que parecen marcar la especial querencia que Alan Moore siente por H. P. Lovecraft. Su último gran proyecto en el mundo del cómic ha sido una recreación gráfica de la obra de este último donde, una vez más, Moore indaga en las revelaciones que la conciencia humana puede hacer acerca de su funcionamiento. Aunque, en esta ocasión, lo que revela no es a través de la palabra ni de las creencias, sino a través de imágenes no del todo expresables. De símbolos que apuntan hacia algo inefable e imposible de comprender, y que en último término ofrecen al ser humano solo dos opciones: o vivir en el Horror Cósmico, o abrazarlo y dejarse llevar por él.
Aunque este es un libro sobre Alan Moore y su obra, también es una especie de guía turística por el mundo de lo Oculto, en el que las palabras del bardo de Northampton nos conducirán de una logia a otra, de pub fantasmal a pub fantasmal, sumergiéndonos en las corrientes lunares, pero al mismo tiempo, dejándonos sacar la cabeza de vez en cuando para tomar aire y razonar, poniendo sobre la mesa qué hay de cierto y qué hay de falso en temas tan susceptibles de un tratamiento sensacionalista, como por ejemplo, la magia o el espiritismo, para sumergirnos después otra vez en lo irracional y descubrir cómo una suspensión de nuestro escepticismo, aunque solo sea momentánea, puede ayudarnos a cambiar nuestra manera de ver el mundo y a entender mejor nuestra posición en él.
Espero que sea un viaje agradable.
Occulture. Alan Moore: Más allá del velo será publicado en 2024 por Ediciones Marmotilla.
REFENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
[1] Owen, Alex (2004) The Place of Enchantment: British Occultism and the Culture of the Modern, Chicago, University of Chicago Press, pp. 186-202.
[2] Evans, Dave (2004) "Trafficking with an Onslaught of Compulsive Weirdness: Kenneth Grant and the Magickal Revival", en Dave, Evans (ed.). Journal for the Academic Study of Magic: Issue 2, Oxford, Mandrake, pp. 226–259
[3] Moore, Alan (2014) Ángeles fósiles, Madrid, La Felguera, p. 146. Trad.: Javier Calvo.
[4] Ibid., p. 149.
[5] Ibid., pp. 149-151.
[6] Hernando, Silvia (2022) “La cultura se llena de magos y videntes”, en El País. Babelia, 15/01/2022, online en: https://elpais.com/babelia/2022-01-15/y-se-hizo-la-luz-sobre-la-ocultura.html
[7] Moore, Alan y Campbell, Eddie (2006) From Hell, TPB, Capítulo 4, Marietta, GA, Top Shelf, pp. 37 y 38.
[8] Amat, Kiko y Sinclair, Iain (2015) “Kiko Amat entrevista a Iain Sinclair”, online en: https://kikoamat.wordpress.com/2015/08/24/kiko-amat-entrevista-a-iain-sinclair-la-charla-completa